Tal vez conozcan ustedes la colección de libros "Chicken Soup for the Soul", que en una traducción literal significa "Sopa de Pollo para el Alma", pero que la Editorial ha preferido traducir como "Chocolate Caliente para el Alma" en la versión en castellano de sus textos.
En ambos idiomas, el título seleccionado alude a lo que en cada cultura se considera como un alimento reconstituyente para el cuerpo y vigorizante para el ánimo, y todos los libros que se incluyen en la colección respetan el mismo formato: historias de vida, contadas en primera persona por quienes han superado algún desafío especial. El objetivo es compartir con los demás una estrategia exitosa para sobrellevar determinadas situaciones, o alcanzar determinados objetivos.
Uno de los últimos títulos editados es "Say hello to a better body", que en castellano significa "Dile hola a un cuerpo mejor". El subtítulo aclara que es un libro por y para mujeres de más de cincuenta años de edad.
De ese libro, les traigo algunos párrafos -en una versión traducida al castellano para este blog por Graciela L.Argüello- que se relacionan directamente con la práctica de la danza clásica después de los 50.
Vale la pena leerlo:
Levantando la barra (por Joan Heztler)
Yo supe que ésta no sería una clase típica de ballet cuando vi la fila de bailarinas en mallas rosadas y trusas negras, y vi varias con los cabellos grises. Una o dos tenían la postura, los músculos tonificados y los mentones levantados de las bailarinas más jóvenes. Otras, como yo, teníamos protuberancias en algunos lugares...
¿Podría una mujer de 58 años, devastada por la mononucleosis durante el año anterior, fuera de forma y con sobrepeso, hacer ballet?¿Quería hacerlo?...
...Pronto vi las ventajas únicas del ballet para un cuerpo que va entrando en años. Los lentos estiramientos elongaron mis extremidades y articulaciones y me mantuvieron flexible. La mayoría de los pasos eran posiciones tradicionales que enfatizaron más la forma correcta que la velocidad o la fuerza. Eso me ayudó a enfocarme en controlar mis músculos, y no solamente en usarlos. Estar parada sobre un pie, mientras levantaba el otro, mejoró mi equilibrio. Y como bono sorpresa, descubrí que el aprendizaje de los pasos estimulaba mi memoria...
...Según progresaba el semestre, comencé a conocer a las otras alumnas. Una dama de más de 70 años me dijo "Comencé a tomar clases de ballet para mi artritis y problemas cervicales hace varios años atrás. Ayuda muchísimo". Sus años de práctica se revelaban en su postura erguida y su mentón levantado...
Espero que estos párrafos les hayan resultado reveladores, y según pueden ver en la foto, la flexibilidad no es una cuestión de edades, sino de actitudes, elecciones y trabajo, donde el ballet clásico es un aliado irreemplazable.
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